En una primera parte de la actividad, queremos hacer conscientes a l@s niñ@s de que masticar bien es muy importante, pues la digestión de los alimentos comienza en la boca. Para eso, les vamos a preparar un ensayo donde verán que su saliva empieza a digerir los azúcares de gran tamaño (como el almidón) cuando están masticando. Lo haremos a través de un ensayo con amilasa, la enzima de la saliva que degrada el almidón en azúcares más pequeños y facilita la posterior digestión gástrica de los carbohidratos. Les daremos unos tubos con caldo rico en almidón (agua obtenida de hervir arroz), l@s niñ@s pondrán un poco de su saliva en el tubo y le darán calor con las manos durante unos minutos. Después, añadiremos una gota de una solución diluida de yodo (Betadine comercial). El yodo es capaz de unirse al almidón y dar un color azul intenso. Eso es lo que pasará en el tubo control que nosotros llevaremos en paralelo. En cambio, en sus tubos, cuando añadan el yodo, no habrá cambio de color porque el almidón se habrá digerido por la amilasa de su saliva y se habrá roto en moléculas de azúcares pequeños.

En una segunda parte de la actividad, y basándonos en esa misma reacción de color producida por la unión del yodo al almidón, les mostraremos algunos alimentos que tienen almidón. Cogeremos, entre otros, muestras de patata, arroz hervido y plátanos como ejemplos de alimentos ricos en almidón. Pero también les mostraremos que otros alimentos procesados, como por ejemplo el jamón york, la mortadela o las salchichas de Frankfurt, también tienen almidón porque se usa habitualmente como espesante o molécula texturizante. En cambio, un filete de carne cruda (control negativo) no tendrá almidón. Puesto que somos un grupo especializado en la postcosecha, aprovecharemos el caso del plátano para mostrarles cómo en su estadio más inmaduro es muy rico en almidón, mientras que cuando está maduro ese almidón se ha transformado en azúcares como la fructosa, muy abundantes en la fruta madura.